Historia

Introducción

Aebura, en la Antigua Carpetania, asentamiento de diversas poblaciones en una región enriquecida por el Tajo, nos enseña los primeros rastros de lo religioso de sus tierras, sentires y devociones que crecieron, cambiaron y se tejieron en diverso entramado cultural a lo largo de casi dos milenios. Descubre cómo en este breve resumen histórico de la fiesta por antonomasia de nuestra Ciudad.

Los Orígenes Prerromanos

Aebura, ese era el nombre de Talavera, antes de ser romanizada, alrededor del año 181 d.c. Una región perteneciente a la Carpetania, que agrupaba varios pueblos cuya ubicación se asentaba en toda la amplia faja del Alto Tajo y Alto Guadiana, al sur del sistema central.

Aebura, asentamiento de diversas poblaciones como muestran los restos arqueológicos aparecidos en La Orbiga, Las Herencias y Manzanas, sería el sitio de intercambio y comercio de estas tribus. Estos sitios nombrados coinciden con la costumbre de los carpetanos de construir sus poblados en lugares altos, junto a los ríos.

Los Orígenes Romanos de las Mondas

El origen directo de las Mondas está relacionado con el culto de Ceres. La región de la Aebura o Libora de la Carpetania pasa a ser ciudad con el nombre de Caesarobriga.

La importancia de Caesarobriga obedece a ser una ciudad nexo: Una ciudad por donde pasaba la vía que comunicaba Toletum con Emerit a Augusta. Los habitantes de estas tierras pueden señalarse en tres grupos: El indígena romanizado, la población romana -bien la instalada aquí o la que desempeñaba un cargo oficial-, y los transeúntes. Siendo el medio de vida la agricultura y la ganadería, como base.

La Leyenda de Ceres y su hija Proserpina

Hija de Saturno y Cibeles, la diosa Ceres enseñó a los hombres a sembrar y a cultivar la tierra, por eso se le considera la diosa de la agricultura. La hija de Ceres Proserpina, fue raptada por Hades; su madre, desesperada la buscó, y al enterarse del rapto, renunció a su condición divina hasta no recuperarla. 

Al descuidar Ceres las tierras, éstas comenzaron a convertirse en estériles. Júpiter pidió a Hades que devolviera a Proserpina pero al comer esta las semillas de la granada, fruto del reino de hades, se imposibilitó su regreso al mundo de los dioses.

Es por esta razón que Júpiter puso como condición que la joven pasara la mitad del año con Hades y la otra mitad en el Olimpo con su madre.  La alegría de la madre al recibir a su hija se reflejaba en el campo con el comienzo de la primavera. Cuando regresa Proserpina, renacen la primavera y los festejos.

El culto a Ceres

Las fiestas de Ceres se celebran del 2 al 19 de abril. En estas fechas, las mujeres se engalanan con vestidos blancos, llevando ante su altar las cistae, cestas llenas de tortas y pastelillos de forma diversa, hechos con harina de cereales de distintas clases, y adornadas de flores y frutos. 

También ofrecían el calathus, un cesto grande, ancho y abierto por arriba, estrecho por la base, que  era transportado por unos carneros, animales dedicados a dicha divinidad.

Ceres era la personificación de la tierra como elemento de nutrición

Ceres era una diosa siciliana, protectora del vino y el olivo. Su culto pasó a la Campania, rica región agrícola. Y después de una época de enorme sequía, en el año 496 a. de C., mediante la consulta de los libros sibilinos, se edificó un templo en su honor en el Aventino. 

El 19 de abril era el día de la fiesta de Ceres, denominada Cerialia. Los festejos que se celebraban en su honor del 2 al 19 se conocían como ludi ceriales, los cuales ya estaban establecidos en Roma en el año 202. 

El culto de ceres en Talavera posiblemente aparece durante el siglo tercero después de cristo que es cuando en la Caesarobriga romana se aprecia el auge de la agricultura y la ganadería. 

Se resaltan ofrendas como la del pan, transportadas por unas doncellas vestidas de blanco en honor a la diosa. 

A las cestas donde iban las ofrendas a Ceres se las conocía con el nombre de Munda Cereris. De este término es de donde procede el nombre de Mondas. La U latina se transforma en O, aunque en los escritos del siglo XVII aparece con el nombre de Mundas.

Los visigodos y la cristianización de las Mondas

Los visigodos aparecen en España en el año 415. Desde esta fecha hasta el 507 vienen y van por la Península. Recaredo I, hijo de Leovigildo, ocupa el trono entre los días 21 de abril y 7 de mayo del año 586. En el décimo mes de su reinado se convierte al catolicismo, siendo el Concilio III de Toledo, que celebró su primera sesión el 9 de mayo del año 589, donde se manifiesta solemnemente la conversión del rey y de los obispos, así como la conversión del pueblo.

Al morir, en Toledo, Recaredo, en diciembre del año 601, le sucede su hijo Liuva II. Este rey se propuso eliminar los últimos focos de paganismo dentro del reino visigodo destruyendo imágenes y demoliendo templos, pero también recurrió a la suplantación en aquellos casos en los que era imposible suprimir fiestas de gran arraigo popular. En tales casos se limitaron a mantenerlas pero cambiando a los viejos dioses por figuras cristianas.

Es justamente el rey Liuva II quien dona a Talavera la imagen de la Virgen del Prado por la ayuda que le prestó Talavera contra las sublevaciones de los arrianos. Así se convirtió el templo de Ceres en Ermita contribuyendo a cristianizar la fiesta de Las Mondas. Se consideró que la mejor arma para luchar contra el arrianismo, era el promover la devoción a María, Madre de Dios.

Las Mondas, a simple vista, han sido un vehículo para incrementar la devoción a la Virgen del Prado y un signo de sometimiento de todos los pueblos pertenecientes a la antigua tierra de Talavera, ya que los alcaldes de dichos pueblos participaban en estas fiestas.

La celebración de las fiestas de las Mondas no llegó a perderse nunca. Como si se tratara de un viejo tributo, cada año Talavera y sus tierras se acercaban a la Ermita de la Virgen del Prado para celebrar, en su honor, las fiestas de las Mondas.

Años de silencio

Contamos con pocos datos que hagan referencia a Las Mondas durante varios siglos pero sí que hay indicios de que la Ermita y su Virgen tuvieron culto en su interior, en la época islámica.

En el siglo XIII Talavera se preocupa en dignificar el lugar, transformando y ampliando la Ermita existente. La primera reparación y ampliación de la cual se tiene constancia data del año 1210, siendo bendecida por el arzobispo Jiménez de Rada que viene a Talavera para reclutar hombres para luchar contra los árabes.

En el siglo XV predomina el culto a la virgen del Prado, y se destaca la importancia de las Ermitas en la cultura talaverana de la época, un dato interesante da fé de ello: El 4 de mayo de 1.436 el cardenal Juan Cerezuela toma posesión de la villa y jura guardar sus privilegios y fueros en la Ermita de la Virgen.

Desde 1.450 en los libros de acuerdos del ayuntamiento se multiplican los datos con el tema de la compra de los toros para las fiestas de Las Mondas. El 29 de agosto de 1.472 el arzobispo Alonso Carrillo reconoce que la ermita pertenece al ayuntamiento.

Los Toros y las Mondas estaban estrechamente relacionados. Los actos taurinos celebrados en las diversas plazas de la ciudad daban cuenta de la importancia del Toro en estas festividades. Las principales plazas para este festejo eran la plaza del pan y la plaza de la Ermita, sin dejarse de celebrar en otras plazas de la ciudad.

Las Mondas y la peste

En 1507 la peste azotó a la ciudad de Talavera dejando gran desolación y muerte a su paso.  Fue tan grande el impacto, que la zona quedó despoblada. Igualmente se vieron afectados numerosos pueblos de su tierra y cercanías. Esta situación hizo que el ayuntamiento abandonara la ciudad, refugiándose en Gamonal durante todo este periodo.

Es así como los talaveranos resolvieron acudir a su patrona y realizar una promesa para conjurar el peligro. En 1507 Talavera se compromete, bajo voto, a celebrar con el máximo de solemnidad las fiestas de la Virgen si aleja de la ciudad la peste.

Para dar cumplimiento a esa promesa hecha en 1507, se hace la escritura de las fiestas de las Mondas, en el año de 1515. Esta escritura se hizo ante el escribano Pedro Gómez el día 30 de marzo y fue aprobada por el Papa Clemente VII el 20 de agosto de 1529 y en 1585, el 22 de marzo, la volvió a confirmar el Papa Gregorio VIII.

Estos eventos de oficialización de las fiestas, abren paso a una nueva y brillante época para las Mondas, en las que se crean unas ordenanzas que regulan estas fiestas y empieza su esplendor.

Las ordenanzas de Mondas

Las ordenanzas se crean para regular las festividades de Las Mondas, regulando, en primer lugar, el pedir leña, cosa que se comenzaba a hacer el domingo de Pascua saliendo de la misa mayor. La leña, cuyo fin era el de ser quemada, era considerada como una limosna que daba la gente para ser distribuida entre los pobres y para los hospitales.

Toda la ciudad participaba en esta ceremonia que tenía que ser grandiosa. Abrían  el cortejo,  los caballeros, seguidos por tambores y timbales, los pendones de cada iglesia, un sinnúmero de carretas repletas de leña, las autoridades, los eclesiásticos… 

Su recorrido comenzaba en la puerta de la Miel, de allí a la de Mérida, pasando por la plaza de la Colegial iban a la puerta Nueva y después por la calle de Toledo se encaminaba a la Ermita. 

Cuando esta procesión pasaba junto a una iglesia, en la torre de ésta se hacía toque de campana. 

El jueves, el viernes y el sábado giraba en torno a los toros. 

Todas las iglesias parroquiales debían llevar una Monda de cera, «lo más linda e bien fecha que cada uno pueda». El deán y cabildo, una de madera pintada y con ella cuatro hachas de cera. 

El sábado, por la tarde, se llevaban estas Mondas a la Ermita y se cantaba la Salve.

La procesión del domingo de Mondas

La solemnidad más grande, la procesión más vistosa, se celebraba el domingo. Ese domingo espectacular inicia con la bendición de los panecillos en las misas de la mañana. Al momento de la procesión, el cortejo comienza con la procesión de la parroquia designada para ese año y después el del resto de parroquias.

Abría la procesión la cruz y el pendón; detrás, las carretas adornadas con guirnaldas y ramas. En las carretas se transportaban la piel de los toros que se habían corrido; y en otras, los panecillos que se habían bendecido en la misa y que serían distribuidos en la Ermita. A las carretas seguían las danzas de espadas, tamboriles, personas a caballo y mucha gente delante de la Monda. Detrás de la Monda iban unas mujeres cantando y tocando panderos.

Como los gastos eran muchos, la primera semana de cuaresma se colocaban en las iglesias unos cepillos para recoger dinero para estas fiestas.

Fiesta Taurina

Se elegía un regidor y un canónigo de entre todos a los que se les daba el nombre de toreros. Ellos eran los encargados de comprar los toros y de guardar la llave del corral. 

El jueves, aquellos que querían vender los toros, traían sus animales al corral que había en la Ermita. Cada gremio, cada entidad, tenía la obligación de comprar un toro o contribuir con otros gremios a la compra.

El viernes por la tarde comenzaban a correrse los toros, siendo los primeros el de la parroquia de San Clemente y el de San Miguel, que eran corridos a pie. Cuatro de los toros encerrados en los corrales de la Ermita los corrían y mataban a caballo. Un toro del Salvador y otro de Santa Leocadia se corrían a caballo por la villa. 

El sábado por la mañana, se corrían todos los toros que faltaban, haciéndolo en cosos y corridos a pie, aunque algunos se podían alancear y acuchillar si la Justicia daba licencia para ello.

La distribución de la carne de los toros corridos se hacía de la siguiente manera: un cuarto y la piel era para los que lo habían donado, lo demás lo hacían piezas pequeñas que eran colocadas sobre retamas. De allí se cogía lo necesario y se cocía en grandes calderos. El domingo se colocaban grandes mesas, cubiertas con manteles, en las que comían los pobres que allí fueran; también, de esta carne, comían los que estaban en los hospitales y se repartía entre los monasterios de Santa Catalina, San Francisco, la Trinidad, San Benito y las beatas de San Miguel si mandaban a por ella.

La Hermandad de los Caballeros de Nuestra Señora del Prado

Hasta 1538 toda Talavera participa en las fiestas, enjaezando cada uno su caballo en una competencia de riqueza para correr los toros o ir en las procesiones. Esta gama de arreos y colores es lo que motiva a García Fernando, pariente del Arzobispo de Granada Fray Hernando de Talavera, a crear una Hermandad de Caballeros donde la igualdad se hiciera uniforme. 

El 29 de enero de 1538 la Hermandad de los Caballeros se convierte en estatuto. En su uniforme se combinan dos colores que, a partir de la fecha mencionada, pasan a ser los colores representativos de estas fiestas: el blanco y el azul.

La ermita de la Virgen del Prado

Aquella Ermita que en el año 602 suplantó el templo de la diosa Ceres, fue reemplazada en el siglo XIII por otra; en 1570 se consagraba la nueva Ermita que sería ampliada en 1669, quedando fijada su figura actual. 

El jueves, 16 de marzo de 1570, el obispo de Aragón, don Luis Suárez, ayudado por el capellán de la Colegial, Juan Bautista, y el cura teniente de Santa Leocadia, Diego Romero, bendicen una campana que había sido hecha en 1566, con el nombre de Santa Ana. Don Luis Suárez subió a la torre y «en una piedra cercana a ella se revistió de pontifical». Después de la bendición del agua, la salmodia, a través de las ventanas, bajaba hasta el espacio donde, curiosa, la multitud esperaba oír su tañido; lavada con el agua bendecida, ungida con ·los Santos Óleos, su sonido se alargó en la lejanía. 

El señor obispo se dirigió a un estrado donde estaba una silla, detrás, cinco cruces de madera, la del medio un poco más alta; al pie de las cruces, tres candelas de cera. Desde allí, sentado, dirigió unas palabras en honor de la Virgen y sobre el acto que se iba a celebrar. Se cantó el evangelio, se entonaron las letanías, cantadas por el maestro de ceremonias de la Colegial, Jerónimo Moreno, y el maestro de capilla Juan Vergara. Al terminar las letanías se bendijo el agua, recorriendo toda la iglesia y demás dependencias del señor obispo que iba, con un hisopo, asperjando todos los lugares.

Siglo XX hasta nuestros días

Las Mondas casi llegaron a desaparecer en los años de la dictadura franquista. No había interés por la fiesta pero la insistencia del pueblo de Gamonal por seguir con la celebración impidió que se desvaneciera esta tradición tan longeva. La fiesta se ha mantenido de forma ininterrumpida, con algunos paréntesis y con más o menos datos que la documentan.

Hoy la fiesta de Las Mondas son una mezcla de tradiciones romana y cristiana a la que se fueron incorporando prácticas a lo largo de los siglos, pero siempre preservando el sentir original de celebración en la llegada de la primavera.

Momentos clave de la celebración actual

• El pregón del Leño Florido

En tiempos de Mondas, el mismo Domingo de Resurrección, era tradición pedir limosna cuyo importe se destinaba a la adquisición de leña en beneficio de los pobres de la ciudad.

En la actualidad ese mismo día se celebra el Pregón del Leño Florido, en el que el alcalde, desde el balcón del Ayuntamiento invita a participar y disfrutar de todos los actos que se prolongarán durante una semana.

• El Cortejo de Mondas

Es la parte de la fiesta directamente relacionada con su origen romano, aunque con muchos matices. El Cortejo de Mondas es un desfile que se celebra el sábado siguiente al Pregón del Leño Florido y en el que participan hasta 3.000 personas, que en grupos y carrozas recuerdan la historia de la ciudad vinculada a estas fiestas.

El Cortejo cierra el Carrito de Mondas que rememora el origen ancestral de la fiesta y que va tirado por dos carneros, lleno de tomillo y banderitas.

• Los Alcaldes

La fiesta siempre se ha considerado comarcal y no solo local. Por eso, los alcaldes del entorno, casi 100, forman hoy parte de la parte final de la celebración, en el momento de las ofrendas. El alcalde talaverano entrega un bastón de cerámica a cada uno de sus homólogos que, a cambio, le dan el que representa a su localidad. Recuerdan el Alfoz de Talavera, la antigua extensión administrativa de esta ciudad, que nada tiene que ver con la actualidad.

Bibliografía

Nº 12 2000. El tamborino de Mondas D. Miguel Méndez Cabeza.
Nº 6 1994. Las Mondas de Talavera de la Reina. Historia de una tradición. D. Ángel Ballesteros Gallardo.

Más información de la Historia de las Mondas, visite el archivo municipal de Mondas del Ayuntamiento de Talavera de la Reina.

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